Llámale desaceleración.

Después de una larga ausencia regreso a mi refugio con ánimos renovados. Y eso a pesar de la crisis que estamos empezando a sufrir en España, llámale desaceleración, je,je.

Mi barquito se ha quedado sin gasolina y me consuelo pensando que al menos no navego con Diesel. Si no la cosa me iba a salir por un Pico y sólo tengo uno.

Los precios del mar oceánico se ciernen en el horizonte con negros nubarrones y el oleaje cada vez es más furioso, ahora sólo está lloviendo, pero el tiempo amenaza con tempestad. Me temo que más pronto que tarde, mi barquito con el motor parado, sea desarbolado por los vientos financieros que soplan al este del Atlántico y me vaya a pique.

Así que en estos momentos ya estoy preparando los flotadores y mi tienda de campaña acuática para una larga temporadita a la deriva. Me digo a mi mismo que no hay de qué preocuparse, pero las aletas de tiburón que dan vueltas alrededor de mi barquito no son precisamente alentadoras.

Espero llegar a puerto antes de que sea tarde, si no es así, que los vientos me lleven a naufragar en alguna isla desierta, seguro que allí al igual que Robinson, me encuentro algún blogger al que llamaré….

P.D. Gracias por estar ahí, sé que en caso de S.O.S, siempre puedo contar con vuestro apoyo incondicional.

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Todos mis Jefes

Hola a todos…, no hace falta que me digáis, ¿dónde te metes?. Sé que no soy un ejemplo a seguir, para eso hay que publicar contenidos y esforzarse en escribir algo de ficción de vez en cuando y yo hace tiempo que tenía muy abandonado mi refugio en la redacción del Pollo.

El caso es que no por eso el mundo ha dejado de girar. Mientras tanto y mira tú por dónde, en una de esas casualidades de la vida, por fin un hombre de Negro, un detective moderno de la orden del Temple apodado el “Persequitore” ha descubierto mi verdadera identidad.

En estos momentos me siento como un superhéroe al que le han despojado de su antifaz, mi identidad secreta se ha ido al garete. Ahora el sabe quién soy y me conoce. Adiós a mi identidad secreta.

Este hombre, al igual que yo empezó a trabajar hace años en la redacción del Pollo como un colaborador más y hoy en día es uno más de mis jefes en el periódico. Aunque en la redacción, “todos son jefes de alguna sección”, pero esa es otra historia. Al fin y al cabo el organigrama de la empresa sólo le pertenece al Pollo, que es el Jefe supremo.

Mi vida ahora es un sin vivir, tanto tiempo juntos, un fallo de seguridad tenía que suceder. ¡Que angustia!. ¿Desvelara mi identidad secreta?. Uhmm, si se da el caso. ¿Que podré hacer entonces?. Hoy mismo llamaré al Pollo, se me ocurre que mi poderoso amigo, con ingeniosos argumentos le ganará para nuestra causa en la resistencia y tal vez acabe por no delatarnos y trabajar a nuestro lado, tal y como le ocurre al protagonista del libro “Jacobus” de Matilde Asensi. En todo caso y si la cosa se pone dura, disponemos de licencia para matar. Esperaré nuevos acontecimientos.

P.D. No hay mal que por bien no venga y mi nuevo amigo se merece este Post. Saludos a todos.

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