Crónica de un Pollo usurpado: reflexión cervantina sobre la copia sin ingenio

Es harto sabido que en las tierras del ciberespacio, como en las de Castilla, florecen paladines y caballeros andantes, unos verdaderos y otros de pura estampa. Así me llega noticia, y no sin cierto desdén, que mi noble estandarte —ese que por años he empuñado bajo el nombre de QueTeLaPiqueUnPollo— ve ahora amenazado su trono por gentiles y advenedizos que, sin la más mínima gracia ni razón, intentan vestirse con mis plumas y coronarse sin merecer. Recordando las letras que aún no he de escribir en la segunda parte del ingenioso hidalgo Don Quijote, imagino que habría de reprochar severamente a quienes copian sin arte ni ciencia, a esos que, cual simples escuderos sin honra, pretenden robar el nombre sin conocer su historia ni su esencia. ¿No es acaso la falta de imaginación el peor de los pecados para quien pretende labrarse fama y fortuna? Como diría el buen Cervantes, “No hay libro tan malo que no tenga algo bueno”, mas ¿qué hay en una copia sin alma sino sombra sin sustancia? Por eso, desde mi gallinero ancestral, reclamo no solo mi derecho sino mi deber: que no se desvirtúe lo creado con tanto empeño y que el buen ingenio, ese don celestial, sea el que reine en estos dominios digitales. A los usurpadores les dejo el consejo de que mejor busquen su propio camino y no anden por sendas ajenas, pues la gloria verdadera solo nace de la autenticidad y el valor de ser uno mismo. He dicho.